El Mediterráneo y la Diplomacia en la Antigua Grecia, de Buono-Core


"Todo libro puede tener defectos y virtudes, y éste seguramente no se escapará de esa realidad, pero aún así, el tema de la diplomacia en Grecia hasta ahora ha sido estudiado solo en forma parcial, por lo que su estudio tiene grandes posibilidades de desarrollo, sobre todo, por el hecho, que en la medida que esta investigación avanzaba, quedaba en evidencia la profunda relación y la sorprendente similitud que existe entre las formas y normas de la diplomacia en la antigua Grecia y el funcionamiento de la diplomacia moderna, algo que no está a mi juicio, lo suficientemente destacado en los trabajos publicados hasta ahora. Soy un convencido de que estos libros deben intentar llegar a todas las personas que se interesen por estos temas, no sólo a los especialistas (...)"

Con esta palabras del Prólogo, Raúl Buono-Core describe con enorme precisión el contenido de este libro, el cual tiene el mérito de abrir un camino hacia una historia de la Diplomacia de la Antiguedad, aunque en dicha empresa se tropieza con algunos defectos que empañan el resultado final.

El libro se presenta como una monografía que traza con suma rapidez una imagen de cómo surge y en qué dirección evoluciona la diplomacia en el antiguo Mediterráneo. Es agradable notar que el autor no pierde mucho tiempo con cronologías extensas de algo que, en general, todos conocemos, sino que se enfoca en describir los rasgos y formas principales de las relaciones internacionales entre las polis griegas y entre ellas y las otras potencias mediterráneas. Para ello, estructura el libro en torno a cuatro grandes capítulos, a saber:

Primera parte, el Mediterráneo en la Antiguedad. Sirve para contextualizar al lector haciendo un brevísimo repaso de la gran historia de la cuenca mediterránea, poniendo especial énfasis en el mar como medio de comunicación entre los distintos pueblos que animaron su historia, desechando, a su vez, la incorporación de reseñas militares o dinásticas, las cuales habrían sido enormemente innecesarias y accesorias. Especial interés suscita el apartado final de este capítulo, dedicado a la relación entre griegos y púnicos.

Segunda parte, Grecia y las fronteras del mundo. Buono-Core se enfoca aquí en el mundo griego, y en particular se detiene en sus valores y concepción del mundo, los cuales es necesario tener muy presentes, pues, según sugiere, es gracias al particular ambiente cívico de la polis, a su definición de la libertad y a la especial importancia que se le asignaba a la palabra como vehículo de lo racional, que se crea un ambiente propicio para el surgimiento de una diplomacia digna de estudio.

Tercera parte, Instrumentos para las relaciones internacionales y la diplomacia. Tras medio libro de explicaciones, por fin llegamos a lo medular, la diplomacia en la Antigua Grecia, encontrando referencias a una serie de figuras como la neutralidad, que es definida como una herramienta de los débiles, y una posición difícil de sostener luego de las Guerras Médicas y especialmente después, cuando Grecia se encontraba polarizada por el conflicto entre Atenas y Esparta; la tregua, entendida como un estado de transición entre conflictos, pues reflexiona Buono-Core que para los griegos antiguos la guerra era regla general y la paz una excepción; la tregua sagrada, abordando la situación de los juegos panhelénicos y otras festividades que generaban periodos de no conflicto entre las polis que se adherían a la tregua; el sinecismo, que alude a la absorción política de toda el Ática bajo el poder de Atenas; los tratados, preguntándose de dónde provenía su fuerza vinculante (encontrando un incipiente reconocimiento del principio pacta sunt servanda), y revisando a grandes rasgos sus aspectos formales; y los sistemas de información, vale decir, los servicios de inteligencia, destacando la inexistencia, en general, de policías represivas internas y el hecho de que estos sistemas tendían, más bien, a ser usados con fines militares.

Cuarta parte, Diplomacia y diplomáticos. Un capítulo desconcertante, pues en un comienzo parece referirse a la figura de los diplomáticos, en contraste al capítulo anterior dedicado a describir instituciones, pero termina transformándose en una suerte de conclusión del libro, redondeando las ideas de los apartados anteriores.

Ahora bien, una vez concluimos el libro queda una sensación de excesiva ligereza, pues si bien el autor advierte desde un comienzo que su objetivo no es llegar a los especialistas, por lo que inmediatamente le asigna a este libro un carácter divulgativo, no puedo dejar de lado el hecho de que, en su brevedad, los temas tratados quedan en lo superficial. Extraño, en especial, una mayor casuística que permita contrastar las ideas sugeridas en torno a cada institución y a la práctica diplomática, pues las pocas referencias a casos aparecen demasiado esporádicamente a lo largo del libro. Del mismo modo, una mayor profusión de casos habría podido definir mejor la evolución de la diplomacia griega antes de la Guerras Médicas y cómo fue cambiando a medida que nos adentramos en la época clásica, con el surgimiento del imperialismo ateniense y espartano y el estallido de la Guerra del Peloponeso, hechos que indudablemente debieron cambiar las prácticas diplomáticas entre las distintas polis.

Respecto de la forma, llama enormemente la atención la existencia de pasajes repetidos, palabra por palabra, en distintas partes del libro (para un ejemplo trivial, páginas 84 y 85; para uno grosero, las páginas 156 y 181, ¡íntegramente repetidas!, y las citas 285, 286, iteradas en las citas 325 y 326). ¿Cómo es posible esto? El mismo autor destaca en el prólogo la lectura del manuscrito hecha por un colega suyo ¿También a él se le pasaron estos pasajes repetidos? No quiero ser pedante, pero aquí falló enormemente el trabajo de edición.

La presente crítica no tiene ánimo alguno de crear polémica, pero pienso que los aciertos del autor se ven, en definitiva, sumamente empañados por las deficiencias formales arriba destacadas. Del mismo modo, quizás se haya buscado con demasiado celo el hacer accesible el texto al público general, perdiendo la oportunidad de profundizar en el tema incorporando una mayor revisión de casos concretos que habrían enriquecido enormemente la lectura. En ese sentido, el libro deja con gusto a poco, defraudando el entusiasmo con que lo abordé.

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