Rommel, el Zorro del Desierto, de David Fraser. Primeros comentarios


Entre octubre y diciembre me entretuve con este extenso libro, más de 600 páginas dedicadas a la biografía de uno de los más emblemáticos generales de la Segunda Guerra Mundial. Tras un comienzo tímido en que casi no le puse atención a las primeras páginas, el libro agarra vuelo tan pronto Fraser comienza a relatar las acciones de Rommel como oficial en la Gran Guerra, completando un arco que conduce hasta el comienzo de la guerra siguiente. Estos últimos capítulos se leen muy fácil y decidí, quizás contraintuitivamente porque la lectura me tenía muy entusiasmado, ponerla en suspenso justo cuando comienza la campaña que haría más famoso al mariscal, la del Norte de África.

Me detuve pensando en hacer estos primeros comentarios antes de embarcarme en dicha campaña, que ocupa alrededor de un tercio del libro, porque se advierte que es donde Fraser pone la mayor atención y todo lo anterior es casi una introducción al escenario africano. En efecto, los primeros capítulos leídos comprenden un brevísimo preámbulo sobre el ejército alemán al que entró el joven Rommel, sus inicios en el ejército, para luego abordar las batallas de la Gran Guerra en que participó, Weimar y el ascenso de Hitler y, finalmente, el inicio de la agresión alemana y la magistral campaña de Francia.

Fraser, quien a su vez también fue militar, escribe de manera fluida sin tener una pluma brillante. La falta de genialidad la compensa con la sencillez, no hay florituras ni pérdidas de tiempo con detalles excesivos y su estilo es directo, quizás influencia de los modos de su propia lengua, el inglés. Lo anterior hace fácil la lectura, aunque no logra transmitir el vértigo de las operaciones o la épica de las grandes gestas de Rommel, como la toma de la cima del Matajur, que no deja de ser contada como una operación más, por mucho que se haga hincapié en las características de hazaña y las condecoraciones que recibió Rommel tras este logro. A cambio de esta narración ligera de los hechos, el autor explica bien los acontecimientos desde la perspectiva del mando y control del oficial, lo entronca con la filosofía militar de Rommel, la cual desarrolla con ejemplos bien explicados, y expone sus carencias y sus virtudes (aunque, hasta ahora, diría que más bien soslaya las carencias y destaca las virtudes), explicando las operaciones no tanto desde la acción del combate sino desde cómo se las dirigió. Probablemente este sea uno de los mayores logros de Fraser, porque desarrolla una tesis acerca de cómo Rommel interpretó una muy propia forma de la doctrina militar, siendo un comandante esencialmente operativo, intuitivo, consciente de sus defectos, pero también de los méritos de su audacia.

Ahora bien, cualquiera que tenga un conocimiento general de la doctrina militar alemana de la época prusiana previa a la Gran Guerra y hasta el fin del Reich, sabrá que una parte de la formación del oficial incluía fomentar la autonomía e iniciativa en la toma de decisiones y Rommel no era una excepción de genialidad militar dentro de ese contexto, sino más bien un producto brillante de un sistema de formación de oficiales. Esto queda claro cuando leemos los numerosos casos en que los superiores de Rommel consentían su iniciativa y adherían a sus planes, o bien otros oficiales lo invitaban a participar en sus propias maniobras. Para que esto ocurriese, y Rommel no fuese considerado un insubordinado o un temerario, es necesario entender que no era, entonces, el único oficial con estas capacidades, al contrario, había muchos otros tan activos, agresivos y competitivos como él. El autor no le da mucho énfasis a este hecho, la contextualización de Rommel frente a los otros comandantes, y se queda con el foco sobre su personaje, quien a veces parece descrito como si fuese más único de lo que quizás era. No olvidemos que, también, parte del aura mítica del alemán fue alimentada por él mismo, quien supo hacerse promoción y destacarse, por lo que me parece habría sido importante poner en relieve, aunque sea de manera sucinta, los logros de otros oficiales en posiciones equivalentes, especialmente en la batalla de Francia, donde otros comandantes también consiguieron éxitos importantes al mismo tiempo que Rommel.

En cuanto al individuo, Rommel tiene la suficiente profundidad, aunque no deja de llamar la atención la enorme cantidad de comentarios del tipo "Rommel jamás habría aceptado tal cosa porque el pensaba así o asá" que parecen más opiniones del autor o simples extrapolaciones. Donde más se nota esto es en su relación con Hitler. Fraser no tiene problemas en decir que Rommel idolatraba a su Fuhrer, poniéndolo en contexto (aquí sí, y de manera muy satisfactoria) con el pensamiento del resto de la oficialidad alemana de la época y detallando cómo Hitler lo apadrinó, permitió su ascenso. Pero por otro lado, Rommel aparece como "hechizado" por Hitler, lo cual para un oficial tan competente parece una forma de apología, como si no hubiese tenido las herramientas para discernir y simplemente se vio fascinado, sin críticas ni matices, por Hitler. Me queda mucho por leer sobre este punto, porque tras la aventura africana vendrán Valquiria y la caída de Rommel, momento en que será importante retomar este tema de su relación con Hitler.

Como sea, hasta ahora ha sido una lectura amena, bien contada, tiene varios detalles que ignoraba como los comentarios que desliza al comienzo de la Gran Guerra sobre el plan original alemán en el frente francés y los cambios que se le introdujeron a posteriori que hicieron imposible la ejecución correcta de la estrategia original. También encontré especialmente interesante la explicación de cómo se gestó la Wehrmacht a partir del excelente trabajo de von Seeckt, quien sentó las bases sobre las cuales un ejército derrotado, amputado y minúsculo pudo crecer de manera exponencial. Los mapas quedan en deuda, son pocos, muy escuetos de detalles y suelen ser meramente descriptivos de la geografía, no así de las operaciones, por lo que terminé repasando varios detalles con el teléfono.

Dicho lo anterior, empiezo por fin a leer la campaña norteafricana que haría inmortal y lo convertiría en el zorro del desierto.

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