Danza de dragones


Las últimas tres semanas me encontraron enfrascado en la lectura de la última entrega Canción de Hielo y Fuego. Dejando de lado el dilatado tiempo de publicación del libro en español por parte de Gigamesh (¡casi un año!), creo que hay una enorme cantidad de cosas que comentar acerca de este tomo de casi mil páginas, llenas de luces pero también de unas cuantas sombras.

Advierto que a continuación hay spoilers, aunque me he contenido de no entrar en detalles específicos que derechamente arruinarían la lectura, sí entro a revisar ideas generales del argumento. Avisados quedan.

I. Trasfondo. Tras los eventos de Tormenta de espadas, y como ya es sabido, Festín de cuervos se enfocó en el relato de lo sucedido en las Tierras de los ríos, Braavos, Desembarco del Rey, Dorne, las Islas del Hierro y Antigua. 
Siguiendo esa línea, Danza de dragones se ocupa de los personajes omitidos en la anterior entrega y recupera a Tyrion, John, Theon, Davos, Bran y Daenerys. Traspasada la mitad del libro, Martin tiene el buen sentido de reunificar la narración y seguir con el relato de lo sucedido a todos sus protagonistas, reincorporando así a Jaime, Cersei, Arya, entre otros.

II. Tramas. A grandes rasgos distinguimos dos grandes tramas, así como una serie de subtramas relacionadas que llegan a ser incluso más interesantes que las principales. 

En primer lugar, los sucesos al norte de Poniente aportan la más interesante línea argumental al libro y la única que leí con real interés. John Nieve por fin recibe un tratamiento interesante, dejando de ser un personaje títere como había sido hasta Tormenta de espadas, para convertirse en una fuerza conductora. En ese sentido, aplaudo que Martin haya sabido hacer madurar al personaje, quitándole el lastre que había significado Sam (y en menor medida Ygritte) en los libros previos.
Por su parte, Stannis marcha hacia el sur para expulsar a los hijos del hierro, mientras que Melisandre permanece en el muro, lugar donde podemos advertir por primera vez que la sacerdotisa roja no es tan fuerte como parecía, pues vemos las dudas y temores con los que debe lidiar. 
Los Bolton marchan hacia Invernalia para celebrar el matrimonio de Arya y Ramsay, llevando en su séquito a un marchito Theon Greyjoy. Stannis se gana el apoyo de los clanes del norte, vence en su asalto a los hijos del hierro y parte a Invernalia para enfrentarse a los Bolton por el liderazgo del Norte. Todo esto Martin lo narra con buen pulso, sabiendo que sus personajes están vivos y tienen algo que contar, es por ello que nunca decae el interés en estos capítulos, pero en una decisión lamentable la historia termina inconclusa antes del gran enfrentamiento, dejando la batalla por el Norte así como los sucesos en el Muro en un incómodo "continuará". 
En paralelo, Davos Seaworth parte rumbo a las tierras de los Manderly, en los que quizás sean los capítulos más interesantes que ha tenido. Lamentablemente, Martin también opta por dejar su búsqueda en el aire. En cambio, Bran si recibe un tratamiento más íntegro y su arco argumental se cierra mucho más satisfactoriamente.

A diferencia de los hechos en el Norte, los sucesos en las ciudades libres carecen de real fuerza y sólo tienen chispazos. Daenerys nuevamente sufre del mal de protagonizar una historia alargada a la fuerza, para sólo al final llegar a un momento realmente álgido. Esto me recordó mucho a su arco en Choque de reyes, donde teníamos que tragarnos una serie de capítulos realmente miserables sólo para que al final Daenerys consiguiera un barco (y ya ven cómo en la adaptación de HBO hicieron enormes cambios a su historia, quizás con la intención de mejorar un material que es de los más flojos de la saga). Y mientras la historia de la reina Targaryen en Meereen se hace lenta y monótona, a su alrededor se tejen varias subtramas protagonizadas por distintos personajes con un factor en común: todos van en su búsqueda.
En ese papel, Tyrion se lleva la mayor tajada, aunque no puede decirse que sus capítulos tengan una real justificación en la historia. En efecto, me da la impresión de que Martin lo metió con calzador, usándolo como excusa argumental para presentar a Grif y a su hijo, quienes sí aparecen como personajes interesantes y que sin duda marcarán una de los últimas aristas a seguir en la guerra de Poniente. Aún más, Tyrion luego pasa de un lado a otro, con giros argumentales realmente absurdos y sin nada que aportar, para sólo en sus últimos dos capítulos brillar como solía hacerlo en las entregas anteriores. Otro punto a destacar es que el personaje parece haber cambiado para peor, pues Martin se encarga majaderamente de hacerlo recordar los eventos que envolvieron la muerte de Tywin, justificando en ello una nueva actitud más grosera y antipática, lejana del entrañable Tyrion de los libros anteriores.
Los otros personajes que revolotean alrededor de Daenerys son Barristan Selmy, quien se convierte en narrador de un par de capítulos interesantes; Victarion Greyjoy, a quien lo leemos en dos capítulos bien narrados que recuperan en parte la sensación de crudeza que rodeaba a la saga en sus comienzos, cuando Martin hacía a sus personajes matar y actuar sin más, y Quentyn Martell, quien es fiel reflejo de lo flojo que resultó ser Festín de cuervos, pues siendo el sucesor directo de la trama de Dorne en dicho libro, termina siendo un verdadero fiasco. Es más, a estas alturas Martin debería arrepentirse de haber matado tan pronto a la Víbora Roja de Dorne, pues no veo en dichas tierras a un personaje tan potente e interesante como lo era el príncipe Oberyn.

III. La complejidad de ¿Poniente?. A estas alturas, lo que había comenzado con una guerra por el Trono de hierro, se ha transformado en una bestia colosal donde Martin parece o no saber cómo terminarla o simplemente no le interesa hacerlo, pues las dimensiones que ha alcanzado la historia con Danza de dragones ya parecen más bien las de una guerra mundial, con Poniente en guerra, las ciudades libres también en conflicto, mercenarios de un lado a otro, los banqueros de Braavos presionando y la amenaza dothraki que al parecer vuelve a renacer.
Haber dividido la narración en dos libros es clara muestra de lo inasible que se volvió la historia, tan inmensa y llena de cabos sueltos, que su autor claremente parece anodadado con ella. Si no fuese así, cómo se explican los enormes tiempos de espera para la aparición de los últimos dos libros. De hecho, no podemos olvidar que la trilogía inicial apareció dentro un tiempo bastante razonable entre 1996 y 2000.
Otro punto interesante es que tras más de 900 páginas, Martin se guarda la resolución de los conflictos en el Norte y las ciudades libres para el próximo libro, dejándonos con uno de los peores finales de toda la saga, pues a diferencia de los libros anteriores, donde las líneas argumentales tienen un final satisfactorio, aquí la sensación de frustración es difícil de evitar. Pues, ¿cómo es posible que en uno de los libros más extensos de la saga Martin no concluya las dos principales historias que construyó? Todo esto me hace dudar mucho acerca de si realmente la Canción de Hielo y Fuego concluirá en su séptimo libro, a no ser que las próximas dos entregas sean aún más descomunales que esta última.

IV. Conclusiones. A pesar de las críticas deslizadas, Danza de dragones logra brillar de mejor modo que Festín de cuervos y los eventos en el Norte se encuentran dentro de los mejores momentos de toda la saga. Del mismo modo, la frustrante conclusión al menos augura un buen comienzo para Los vientos del invierno, aunque con la inmanejable complejidad de la historia es casi seguro que tendremos que esperar varios años para presenciar las batallas por Invernalia y Meereen.
Sin embargo, los puntos altos del libro (John, Davos, Theon) no logran tapar los bajos, partiendo por el uso de Tyrion como Macguffin para introducir una nueva subtrama en la guerra de Poniente y la sosa historia de Daenerys que sólo al final toma algo de vuelo. En menor medida, los capítulos de Victarion no son realmente decisivos y bien pudieron haberse condensado como prólogo para la próxima entrega, mientras que los de Cersei siguen siendo tan antipáticos como lo eran en Festín de cuervos, demostrando que usarla como narradora ha sido una de las peores decisiones de Martin.
En resumen, un libro imprescindible para los seguidores de la saga que si ya soportamos Festín de cuervos, en esta entrega nos encontramos con un relato infinitamente más recompensante, pero que analizado por su valor literario intrínseco despierta varias dudas acerca de si el inminente final de Canción de Hielo y Fuego estará a la altura de lo logrado en su trilogía inicial.

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