Ordenando las lecturas de octubre

Hace tiempo que quería sentarme a poner un poco de orden en mi cola de lectura. Realmente tengo mucho que leer, desde libros que compré hace diez años y ni siquiera he abierto, hasta cómics que llegaron esta semana. Hay cosas que ya derechamente no leo (los Le Monde Diplomatique que incluso sin haber si renovado la suscripción siguen llegando) y no quiero frustrarme con metas de lectura inalcanzables.

Así que, tras una buena revisión, seleccioné dos ladrillos para estos tres últimos meses del año: el primer compendio de Starman, 1500 páginas que recopilan la mitad de la obra de James Robinson con el personaje, y una biografía de Rommel que le regalé a mi papá hace como ocho años y que nunca la pescó, así que me la traje de su casa y de pasada satisfago al germanófilo interno que llevo dentro.

Por otro lado, en septiembre comencé a releer el Hobbit. Lo leí en el colegio, dos veces si mal no recuerdo, y aluciné. En esa época estaba rayado con la fantasía, sigo estándolo en todo caso pero desde una perspectiva menos voraz y más nostálgica, y estaba metido en Magic, Calabozos y Dragones, Tolkien, mangas de fantasía, etcétera, y creo que la piedra angular era este libro, una fantasía introductoria y estimulante. Ahora me lo he estado leyendo con tranquilidad y ha sido satisfactorio, aunque me cuesta sacudirme de la estética de las películas al momento de hacerlo, siento que interfieren con la lectura. De hecho, una buena forma de experimentarlo de otra manera ha sido escuchando black metal (Summoning). Eso sí, leerlo más viejo y carreteado hace que te sonrojes con varias cosas, el tono es más infantil, menos épico y la narrativa misma es más ingenua.

Para cerrar, las revistitas de historia militar se han ido acumulando también. En la foto solo hay Desperta Ferro, faltan las Ancient Warfare, otro lote más. Por sanidad mental decidí fijar tres al mes, no me da para más, comenzando con la de Montaña Blanca 1620, una lectura que ya he avanzado harto estos días y ha sido un poco árida la verdad, tanto que lo quiero cerrar luego para meterme en la Guerra de Crimea.



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