Ilión, de Dan Simmons


Mil doscientos años antes de Cristo una guerra sacude el Mediterráneo Oriental. Héroes venidos de toda Grecia mantienen un asedio que se extiende por casi diez años. Los defensores confían que sus inexpugnables murallas les darán la victoria frente a los invasores. Armados de bronce y cuero, equipados con escudo, lanza y grebas, combatiendo en duelos singulares y honrando a cada uno de sus muertos, la Guerra de Troya transcurre tal y como la narró Homero. Y eso incluye también a los dioses.
Atenea, Apolo y Ares, entre otros, intervienen constantemente en cada combate. Detienen el tiempo para equipar con nanotecnología a sus favoritos, conspiran entre sí para inclinar la balanza a favor de aqueos o troyanos, vuelan en carros que recorren tiempo y espacio en segundos y, sobre todo, juegan con los humanos como si éstos fuesen meras piezas de ajedrez. Sin embargo, los dioses ignoran cómo terminará la guerra y el mismo Zeus les ha prohibido intentar averiguarlo de sus escólicos, humanos comunes y corrientes traídos de otras épocas para estudiar el conflicto y comparar su devenir con los hechos relatados por Homero. Thomas Hockenberry es uno de ellos y pronto dejará de ser un simple espectador de los acontecimientos bélicos.

En paralelo, pero en otro tiempo, en un futuro demasiado lejano, los moravecs del sistema Joviano están preocupados por lo que ven en Marte: una terraformación hecha en poco más de un siglo y lecturas de anomalías cuánticas que ponen en peligro a todo el sistema solar. Mahnmut, Orphu, Koros III y Ri Po (moravecs provenientes de Europa, Io, Ganímedes y Calisto, respectivamente) parten al planeta rojo a averiguar qué sucede.

Y en la Tierra sólo queda un millón de humanos que viven una existencia hedonista sumida en la más total de las ignorancias, despreocupados incluso de la muerte, pues saben que cumplida la centena de años podrán subir a los anillos para residir con los misteriosos post-humanos. Sin embargo, aún hay algunos que sienten curiosidad por saber.


Esas son las tres grandes tramas de Ilión, de Dan Simmons, quien tras los imprescindibles Cantos de Hyperion volvió a la ciencia ficción en términos bastante similares a los de dicha obra, creando un nuevo futuro para el hombre lleno de misterios que se irán develando con el correr de las páginas y donde, nuevamente, se nutre de grandes obras literarias para darle coherencia a su propio universo. Ya lo hizo en Hyperion con Keats, aquí lo hace con Homero y Shakespeare.
Debo admitir que Ilión tiene un comienzo débil. La línea argumental de Hockenberry y la Guerra de Troya tiene la fuerza suficiente para mantener el interés, mientras las otras dos subtramas van tomando forma. Especialmente difícil fue enganchar con la historia de Daeman, Harman y compañía en la Tierra, más que nada porque los personajes me parecieron en todo momento bastante poco atractivos. Sin embargo, ya superada la primera mitad, y cuando los distintos cabos sueltos comienzan a unirse unos con otros y a encadenar toda la historia, ahí es cuando Simmons brilla con una narración ágil, con diálogos rápidos y gancheros, y siempre manteniendo el sense of wonder tan necesario en estos libros en que cada nuevo descubrimiento te deja con la boca abierta.
De hecho, y esto es algo que me interesa destacar, algunos de los "misterios" son bastante previsibles pues Simmons entrega hartas pistas desde un comienzo y cuando se decide a contar la firme sólo te queda la satisfacción de haber intuido lo correcto. Sin embargo, y como dije, es la agilidad para narrar y la espectacularidad casi cinematográfica que va agarrando la historia lo que apuntala cada uno de sus giros y lo que te obliga a leer sin parar. Simmons logra con eficiencia algo que echo de menos en otros autores: contar una buena historia sin depender tanto de los cliffhangers como único medio de mantener la atención del lector.
De ese modo, el final es un continuará tenso y expectante (¡y vaya qué final el diálogo de Aquiles y Zeus!), pero al mismo tiempo redondo y sin esa sensación frustrante de haber leído algo que no resolvió nada. Simplemente deja el escenario listo para resolverlo todo en el segundo libro, Olimpo, el cual espero tener pronto en mis manos.

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